La Empatia como herramienta en la Mediación

Corren tiempos favorables a la Mediación, y yo, como Mediadora y ciudadana, lo celebro. Pero a la vez que se habla mucho de este proceso de resolución de conflictos y de sus ventajas ,por la reducción del coste económico y emocional que puede conllevar, detecto mucha confusión al respecto. Todo el mundo cree saber de qué se trata, por lo evidente de su denominación, y en general se alaba el que se fomente, pero son pocos los que llegan a entender que si el conflicto llama a su puerta este seria un buen camino para resolverlo.

¿Y por qué esta resistencia a sentarse con esa o esas personas con las que tenemos un conflicto y permitir que alguien nos facilite el camino de la comunicación, limpiándolo de todo lo negativo que nos impide llegar a ese interés común ,que es nuestra meta al final de dicho camino?

Pues simplemente, porque cuando el conflicto está servido nos  posicionamos en nuestra verdad como única e inamovible , al igual que la otra parte, considerando que ceder es perder y que solo existen dos opciones : La suya o la nuestra.  Ante esa disyuntiva, preferimos  que sea un tercero el que decida, en vez de situarnos en el lugar del otro y estimar que su verdad para él es tan valida como la nuestra para nosotros, y que existen más opciones que seguramente no hemos barajado ,precisamente por no haber intentando entender nuestras diferentes postura y el por qué de las mismas.

Pues esa “capacidad de una persona para ponerse en las circunstancias de otra”, es LA EMPATIA.

Luis Rojas Marcos, profesor de Psiquiatría en la Universidad de Nueva York,   que es considerado el padre de la empatía por haber sido el primero en utilizar el vocablo en España hacia 1970,  estima que se adquiere en los ocho o nueve primeros años de vida y guarda relación con la compasión, aunque es un sentimiento más avanzado, y que básicamente  es ponerse en la piel de otro, en sus sentimientos. Considera que en este sentido, aunque es importante conectar desde un punto de vista intelectual, lo es más hacerlo a través de las emociones.

La empatía es una cualidad consustancial al ser humano que puede desarrollarse en menor o mayor grado en función de lo feliz que uno haya sido durante la niñez y de lo cubiertas que hayan estado sus necesidades afectivas y emocionales.

“Tener empatía es el mejor antídoto contra la violencia”, defiende Rojas Marcos. “Una de las cosas que tienen en común –agrega– muchas de las personas que están en la cárcel es que no desarrollaron la empatía de pequeños, tal vez porque en su infancia sufrieron abusos, violencia o falta de cariño. Por este motivo, cuando se les pregunta qué sentían al apuñalar a alguien, responden que nada.”

En el otro extremo, las personas con mayor empatía tienen muchas más probabilidades de ser felices, porque al final, como seres sociales, se trata de eso, ya que la empatía consiste en “comprender a la gente con la mente y con el corazón”, y esto evidentemente nos lleva a ser más tolerantes y no sentirnos continuamente agraviados por actitudes que no entendemos.

Stephen Covey, autor de Los siete hábitos de las personas altamente efectivas dice : “Primero, trata de entender al otro; después, intenta que te entiendan a ti”. El premio reservado para quienes consigan ambas cosas es realmente gordo: ser feliz y gozar de la consideración de los demás.

En el ámbito de la Mediación, la Empatía es tanto una poderosa herramienta o técnica denominada usualmente “ponerse en los zapatos del otro”,  como una de las cualidades importantes en el Mediador . Una persona empática es una especie de médium, de vidente que, en lugar de ver el futuro, se especializa en ver el interior de las personas. Cuando se está ante alguien así, a veces sobran las palabras de tan cristalina que es la comunicación.

Percibir lo que otros sienten sin decirlo es la esencia de la empatía.

“Las personas con gran capacidad de empatía –según Mati Segura, psicóloga que trabaja en el campo de la inteligencia emocional– son capaces de sincronizar su lenguaje no verbal con el de su interlocutor y de interpretar y de dar significado a los cambios en el tono de voz y a los gestos”.

Algo parecido opinan Richard Brandler y John Grinder, autores de Frogs into Princes (de sapos a príncipes), un libro editado en 1979, cuando aseguran que los magos de la comunicación se caracterizan por presentar una agudeza sensorial tal que les permite advertir las emociones de otra persona sin que esta la hay verbalizado.

¿Y por qué es tan importante la empatia?, pues porque generalmente  las personas afectadas por  un problema, no encuentran consuelo en palabras de ánimo que le quiten importancia a lo que les está afectando, sino más bien a que alguien entienda lo que les está pasando, que les escuchen y que le dejen hablar.

Pues en Mediación, ocurre lo mismo, porque el hecho de que las partes envueltas en un conflicto se sientan escuchadas y legitimadas en sus razones, aunque no sean compartidas, les ayuda a considerar sus posiciones en la búsqueda del interés común.

Para ello el Mediador  ha de abrir bien los oídos y los ojos y poner en marcha el radar que permite saber cómo se siente alguien, incluso aunque no lo verbalice, y  hacer uso de su habilidad y de las técnicas y herramientas de que dispone,  para que ambas partes, puedan llegar a comprenderse mutuamente, como una de las vías para la búsqueda de soluciones. El Mediador ha de percibir lo que sienten las partes, y hacer que lo perciban entre ellos, como unos de los pasos importantes para resolver el conflicto.

Partiendo de que los primatólogos parecen estar cada vez más de acuerdo en que, si bien los humanos tienen un lado competitivo, valores como la bondad, la solidaridad y la empatía forman parte intrínseca de la naturaleza humana, mantengamos ese optimismo, como subraya Rojas Marcos en uno de sus libros, y trabajemos  esa empatía, no solo en el proceso de Mediación, sino en nuestra propia vida ,como un camino para sentirnos mejor con nosotros mismos, y con los demás.

Y si no lo consigues por ti mismo, siempre habrá un Mediad@r  dispuesto a ayudarte.

Autora: Elisa Santiago Blázquez

Abogada y Experta en Mediación

Deja un comentario