DEL CUENTO A LA REALIDAD

Erase una vez un ser maravilloso que vivía en un precioso lugar en el centro de un lago transparente y cálido, donde convivían bellos nenúfares y peces de colores, rodeado de una frondosa arboleda en la cual crecían coloridas flores que sonreían a los rayos del sol  que las saludaban cada amanecer.

Este magnifico ser poseía el don de saber escuchar a todo aquel que tenia un conflicto no resuelto, con tanta atención que, a través de sus sabias preguntas, fruto de la observación y la empatía, conseguía que esas personas fuesen capaces de oírse en medio del silencio que envolvía aquel magnifico lugar, de  comprender que todos ellos habían llegado hasta allí guiados por un carruaje de razones tan validas como las propias,  y de descubrir por ellas mismas los intereses comunes que les mostrarán el camino de vuelta a la solución elegida a fin de convivir en paz.

Tal era la satisfacción de las personas que habían conseguido ser escuchadas y comprendidas, aunque no hubiesen resuelto el problema que había generado la discordia de la forma que originariamente habían imaginado, que su buen hacer se extendió por todos los lugares del mundo, y hasta allí acudían personas de todas las razas y creencias cuyos corazones albergaban la esperanza de vivir en un mundo donde se pudiera discrepar tanto en ideas como en acciones o sentimientos, pero desde el respeto y la tolerancia en la búsqueda de un acuerdo conjunto.

Ese maravilloso ser que está a nuestro alcance se llama “Mediación”, y permanece en ese espacio de quietud y apertura, esperando poder ayudar a que resuelvan sus conflictos todas las personas dispuestas a oír y ser oídas, a comprender y ser comprendidas.

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