BUSCANDO UN FINAL FELIZ

Como Mediadora, cuando alguna persona, o personas comienzan a relatar alguna controversia que ha surgido entre ella y un tercero, o entre terceros ajenos, soy una gran observadora de donde surge el conflicto y de su escalada, a la vez que voy imaginando como, mediante el dialogo, se podría desenmarañar esa madeja que por malos entendidos, suspicacias, interpretaciones sesgadas, orgullo etc, se ha ido tejiendo hasta atrapar en sus entresijos las razones que avalan nuestros actos. Razones que solo pueden ser entendidas si son escuchadas con el debido respeto y comprensión, lo que no significa inevitablemente que hayan de ser compartidas.

Conforme la persona sigue relatándonos ese acontecimiento propio o ajeno, que necesita en un momento dado descargar en la persona elegida al efecto (en este caso yo), y, dado que con bastante frecuencia lo hará posicionándose a favor de una de las partes del relato, o en la suya propia, para así cargarse de razones que la empoderen, e inconscientemente captar aliados, pienso en lo diferente que serán las razones que avalaran a la otra parte de la historia, y como esa otra parte seguramente me relataría una película muy distinta de la que nos está haciendo participe mi interlocutor o interlocutora, aun con los mismos personajes. Y en ese momento soy consciente de que en un conflicto cada persona escribe su propio guión. Un guión en el que somos los protagonistas “buenos” de la película, y los otros los “malos”, por lo que es difícil que imaginen un final en el que las dos partes salgan victoriosas.

La Mediación es como una sala de cine, en la que los protagonistas de películas enfrentadas asisten a la reproducción de las mismas, acompañadas del técnico (La persona mediadora) que les ayudará a que las películas no se enreden, a rebobinar hacia delante o atrás según sea necesario, a regular el sonido etc, por lo que, en el ambiente adecuado, con el silencio y la atención necesaria, podrán llegar a entender el porqué de cada uno de los hilos de la enmarañada madeja, a fin de lograr desenredarlos y tejer un final feliz para ambos.

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